prensa pestañas

Página 12
por Cecilia Hopkins

El “tatami”, pensado como una necesidad del teatro.
En Japón llaman tatami a la colchoneta donde se ubican los espectadores en las salas tradicionales del teatro Noh. También recibe el mismo nombre la superficie acolchada que amortigua las caídas en las artes marciales. Pero Tatami Teatro, el grupo que dirige Deby Wachtell –formado para la puesta en escena de Pestañas como agujas, de Luz Pearson–, eligió su nombre por el segundo de los usos del tapete, en razón de los golpes –del cuerpo y del alma– que los personajes se ocasionan mutuamente. La obra cuenta una historia cotidiana pero con ribetes prodigiosos. Felizmente casados, Petunia y Antonio practican un amor gimnástico, animal, pero, por un azar que no se busca comprender, la pareja se fractura de un modo particular: él deja de amarla primero y unos minutos después a ella le sucede lo mismo. A pesar de tan asombrosa sincronización, la decisión final no deja de resultar dolorosa para ambos cónyuges, tal vez porque la separación nunca deja de encender el deseo de recobrar aquello que se considera propio, aunque sea algo tan irrecuperable como el tiempo que se ha compartido con el otro.

Pestañas como agujas es una comedia que plantea su asunto en el tiempo real en que el conflicto se resuelve en escena. Así, durante 45 minutos, la obra propone un juego de actuación singular: pautada hasta en los menores detalles desde parámetros corporales (los actores ruedan por el piso, se tironean y se empujan hasta el cansancio), Paula Rachid y Patricio Zanet exponen la historia de sus personajes a un ritmo veloz. Lo cual no quiere decir que no exista el intercambio verbal entre ellos. En verdad, la verbalización de lo que les está sucediendo no es menos importante que el discurso físico que la pareja despliega. Inmediatamente después de la primera confesión del vacío afectivo, aparecen la culpa y el lamento de lo que no fue y, a modo de inventario, los modos de actuar para recuperar al otro. Hasta que el odio se instala al punto de convertirse en una competencia.

El lenguaje con que los personajes intentan dirimir sus cuestiones no tiene nada en común con el registro cotidiano. Sin amaneramientos, los personajes hacen suyo un texto bien provisto de recursos líricos, de modo que las metáforas y comparaciones se van sucediendo en un discurso que suena premeditadamente recitativo. Otra figura retórica que aparece es la enumeración: Antonio detalla todas las razones por las cuales él –antes de que ocurriera, claro– no cedió al desamor a pesar de la rutina y ella, entre otras muchas cuestiones, contabiliza todas las situaciones en las que la tristeza la invade. El recurso, tal vez, se repite en demasía y esta estructura acumulativa del texto termina abrumando un tanto al espectador, a pesar de las imágenes que aporta.

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Buenos Aires Herald
por María Victoria Eandi


“Pestañas... is a very poetic and moving text, which, in spite of the sadness of the whole situation, is not lacking in humour.”

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La Nación
por Alejandro Cruz


La pareja frente a la desaparición del amor

"Pestañas con agujas", sobre una idea de Deby Watchel y con dramaturgia de Luz Pearson. Con Paulina Rachid y Patricio Zanet. Escenografía: Marcelo Valiente. Iluminación: Leandro Pérez. Vestuario: Compañía Tatami Teatro. Dirección: Deby Watchel. En El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960). Funciones los domingos, a las 19. Duración: 45 minutos. 
Nuestra opinión: Bueno

"No te amo más", dice él, Antonio, ante la mirada absorta de ella, Petunia, que internamente intenta ordenar el caos. Un caos que, a lo largo de los 45 minutos que dura la obra, recorre en tiempo real las intrincadas vueltas que tiene el amor (o la increíble fuga del amor). "Hace 20 minutos -agrega Antonio a los pocos minutos de haber comenzado «Pestañas como agujas», el espectáculo en cuestión- dejé de amarte." Pero desde el momento en el que él anuncia la nueva, pasaron 10 minutos. "Necesito que me des esos 30 minutos de diferencia en los que te seguí queriendo sin que me ames", reclama ella.
El tono de reclamo invade la escena y se transforma en el organizador de una angustia de enorme fuerza poética y toques de humor con dramaturgia de Luz Pearson sobre una idea de Deby Wachtel (directora del trabajo).

En lo que se refiere a la traducción escénica de ese texto, la directora puso a los dos actores desplegando un trabajo basado en la energía física casi lindante con las comedias de tropezones, golpes y ruidos de cuerpos que caen sobre un tatami, especie de colchoneta usada en las artes marciales para amortiguar los golpes. De alguna manera, los ruidos de esos cuerpos en fricción o chocándose contra el piso intentan convertirse en otro nivel de relato de ese intento de despedida entre dos seres profundamente frágiles.

El planteo de la obra es sumamente interesante aunque, quizás, el discurso físico termine quitándole fuerza poética a ese bellísimo texto plagado de imágenes. Probablemente no se haya encontrando el código escénico adecuado para que los dos niveles de relato logren una íntima conexión.
Actoralmente, el trabajo protagonizado por Paulina Rachid y Patricio Zanet es sumamente compacto (aunque, por su presencia escénica, merece destacarse el trabajo de Rachid). De todos modos, los dos intérpretes están lanzados a la consigna de la directora, a ese juego físico que casi no les da respiro. Es más, en la escena en la que se tiran con unas bolitas logran una perfecta síntesis entre el código de puesta y la poética del texto.

"Pestañas con agujas" transcurre en un escenario despojado sin intervenciones sonoras grabadas ni cambios de luces significativos. En escena está apenas el tatami y una silla en el centro de la habitación como si se tratara de un ring side. Todo es tan escueto y directo como la misma afirmación de Antonio diciendo "no te amo más". Todo es tan escueto y directo como la afirmación final de Petunia diciendo "no te estás yendo. Porque, en definitiva, después de 45 minutos, no está dicha la última palabra. 

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Portal Infocultural
por Marina García Barros

“La compania Tatami teatro, consigue correrse de los estereotipos de forma muy sutil, aprovechando esos momentos melodramáticos propios de una separación para cargarlos de humor"

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Revista Veintitres
por M.M


“La obra pone en escena una situación típica con recursos novedosos: escenografía de líneas rectas, monólogos desopilantes y una disputa que se resuelve por el contacto corporal”

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Portal El Muro Cultural
por Daniel Mojica


Es poco frecuente asistir a una obra de teatro, en donde la poesía fluya desde las palabras, las acciones y los cuerpos de los protagonistas. Como actor y como autor, sé lo difícil que es el encuentro de ese mágico equilibrio que armonice el texto con el tiempo corporal interno de los actores y que se exprese a través del propio tiempo y de los movimientos, gestos, palabras y silencios de los personajes. Esta es la música de la que habla la directora en la gacetilla de prensa, desde aquí le digo que se escucha.
"Pestañas..." relata el punto de ruptura en el amor de una pareja. Ese maldito destiempo que desgarra corazones, cuando el que ama no recibe la misma respuesta.
Además Antonio tiene la valentía de decirle a Petunia el cambio que se ha producido en sus sentimientos, casi en el preciso instante en el que se produce. Esta circusnstancia, la de inscribir la historia entre Antonio y Petunia en el tiempo real de la duración de la función, es todo un desafío, y a la vez un logro. Porque le da credibilidad a lo que se ve y se siente sobre el escenario. Que es lo que los espectadores necesitamos percibir para meternos de lleno en esa realidad, que ficcionan los protagonistas.

Hay sensaciones, sentimientos, movimientos del alma que son indescifrables para quien no los experimenta; y para quien los vive, resulta engorroso traducir con las palabras justas que hagan entendible al prójimo, ese íntimo acontecer. Sobre esto han trabajado los integrantes del equipo TATAMI TEATRO logrando que los protagonistas salgan a escena con los instrumentos necesarios para que el público no quede fuera del código de esta pareja.

Puedo hablar de dos momentos comunicacionales entre Antonio y Petunia, el primero de ellos transcurre mientras aún se aman y sus códigos de lenguaje no necesitan traducción entre ellos; el segundo momento aparece luego de la ruptura, allí se quiebra ese código y un nuevo lenguaje se instala entre ellos.
Quiero destacar que los picos de tensión dramática, coinciden con los momentos de mayor poesía de la obra. No es casualidad.
No quiero pasar por alto un detalle, que en mi opinión tiene que ver con lo que menciono en la primera línea de esta crónica. Hay algunos momentos en que el público reacciona con risas, ante circunstancias que viven los personajes expresando como pueden las sensaciones que los invaden en ese instante. Esas risas las he sentido como una especie de defensa ante los propios abismos, que nos permite vislumbrar la vital fuerza poética de esta excelente obra.
Voy a esperar con muchas ganas el próximo estreno de este talentoso equipo de trabajo. EXCELENTE

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Diario Infobae
por Oscar Muñoz


“Los actores aportan sus recursos corporales a un texto que discurre con libertad”.

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Revista Cadaver Exquisito
por Lia Sabrina Noguera


"Es sumamente destacable la potencia con la cual se manejan los cuerpos y las palabras de estos dos personajes".

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Portal www.utopos.org
por Marina García Barros


“Una de las cosas más interesante de la propuesta, es desde donde se toma esta historia tan simple y compleja a la vez”

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La Nación
Suplemento Vía Libre

por Verónica Pagés

“Una puesta limpia y despojada que deja en primer plano los cuerpos y sus sonidos. Un placer”

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Página 12
por Sonia Santoro


Todo tiene un final.
Para quienes están dispuestos a aceptar lo inevitable, el grupo Tatami Teatro presenta una obra distinta sobre la separación de una pareja que no termina de resignarse a que el amor también tiene un final.
Quién no ha amado alguna vez? ¿Hay alguien que todavía no se haya separado? ¿Y qué pasa exactamente cuando el amor pronuncia la temida frase: “Ya no te amo más”? Pestañas como agujas se propone contar los detalles de la separación entre Antonio y Petunia, dos personas que se dejan de querer a destiempo. Con esta obra, Tatami Teatro se presenta en sociedad los domingos en El Camarín de las Musas. El 24 de mayo a las 21, Página/12 dará una función gratuita para los lectores.
Durante dos años, Luz Pearson (autora), Deby Wachtel (directora), Paulina Rachid (actriz) y Patricio Zanet (actor) improvisaron, escribieron y ensayaron hasta que llegaron al punto exacto de los Petunia y Antonio que querían y al mundo que esa pareja había construido para sí. Seguramente no hay tema más trillado que el amor. Pero la abrumadora mayoría femenina del grupo ha tenido sus influencias, queridas o no, en la construcción de este primer hijo. Pestañas... es una buena muestra de cómo hablar de amor sin rozar lugares comunes ni estereotipos.
–Petunia llora hasta cuando practica danzas árabes. ¿El sufrimiento es patrimonio femenino?
Paulina Rachid: –Siempre lloramos, por ahí estamos súper contentas y se nos caen las lágrimas. Llorar es femenino.
Luz Pearson: –Quizás Pestañas... lo que hace es abrir un mundo interno de lo femenino que los hombres quizás no se imaginan. Porque tiene que ver mucho por dónde le vibra a la mujer, no pasa por el “pagame las expensas”, algo superficial, sino por algo que subyace a eso.
–Petunia reclama insistentemente que le devuelva los minutos de más en que ella lo amó sin ser amada. Esto también es femenino.
L.P.: –La situación de “no lo soporto” es: no soporto que no me quieras aunque yo tampoco te quiero. El ego y también el dolor de dejar de ser querido por alguien. Eso era para mí el dolor Petunia, aunque después ella también se da cuenta de que algo no va, pero que él no la quiera es insoportable. Además, la situación de separación permite que las personas estén en un extremo. Ya no tienen nada que perder, se van a separar. Entonces se pueden permitir mostrarse todo.
Paulina Rachid fue la última en incorporarse al grupo. Fue elegida por un casting. ¿Por qué ella? ¿Por qué esta pelirroja voluptuosa que destella curvas hasta en el pelo y se mueve con una libertad corporal envidiable? “Había una necesidad importante que tuviera cierto manejo del cuerpo, que muchas mujeres no lo tienen, sobre todo la inconciencia; Paulina empezó a revolearse con tranquilidad, Deby pide cosas imposibles”, cuenta Pearson. Esos cuerpos que se chocan y caen al piso una y otra vez no funcionan como un adorno estético. “Empieza a haber un desajuste temporal, ya no van juntos, eso es el trabajo del cuerpo, las caídas y todo eso, son para expresar físicamente ese desajuste que ya empieza a haber y luego se concreta. Primero se abren físicamente”, explica Watchel.
–En nuestra sociedad, el cuerpo parece muerto, todo pasa por la cabeza. La obra rompe con eso.
Deby Wachtel: –Sí, en esta sociedad el cuerpo está totalmente defenestrado. Tenés que ser de determinada manera y comportarte con el cuerpo de determinada manera, si no, no te sentís bien. Yo disfruto de esecuerpo rollizo (el de Petunia), de esa personalidad en ese cuerpo. De ese movimiento, su identidad personal. Para mí no pasa por gordo o flaco, veo un cuerpo, una belleza en sí misma, no un estereotipo de cuerpo.
–Vos dirigís obras de chicos. ¿Hay un punto de encuentro entre el teatro infantil y éste?
D.W.: –Ideológicamente creo en la actuación como un juego. Me aburre tanta intelectualidad, tanta justificación para una acción. Creo en la acción como motivador de cambio, como transformador, y después, a partir de ahí, empezar a encontrarle sentido. Los chicos tienen esa espontaneidad.
–Pestañas... habla del amor y no es trágica, tiene un humor... raro.
L.P.: –Tiene que ver con la identificación. Te reís porque estuviste ahí, aunque no sea con esas palabras. Si te lo dicen con el lugar común, ya lo escuchaste; en cambio, si te dicen: “Caminé por tu espalda de caminata lunar...”, tiene otro humor.
Tatami es la colchoneta que se usa en las artes marciales para amortiguar los golpes. Es la que usó el grupo para amortiguar las caídas desacompasadas de los actores. Y la que, como metáfora, funciona amortiguando los tropiezos y caídas de Tatami Teatro para impulsarlo hacia adelante.